Antonio Martín Parrilla DO, BSc (Hons) Osteopathy, BSc (Hons) Podiatry, MNeuSc, MSc
Los preceptos discutidos en esta sección son ideales. Quienes los incorporen a su práctica tendrán una visión más realista de la salud y la enfermedad.
La medicina osteopática no es una mera combinación de medicina tradicional occidental y manipulaciones osteopáticas. Antes bien, los principios y la filosofía de la medicina osteopática no sólo se aplican al tratamiento manipulativo, sino también a la cirugía, a la obstetricia, a la medicina de urgencias, a la medicina interna, a la geriatría, y a muchos otros campos de atención tradicionalmente asumidos por la medicina no osteopática.De hecho, la filosofía y los principios osteopáticos penetran en todos los aspectos del mantenimiento de la salud y prevención y tratamiento de la enfermedad.
El Diccionario Americano Heritage define una filosofía como “una investigación dentro de la naturaleza de las cosas, basada en un razonamiento lógico y no en métodos empíricos”. En contraste, un principio se define como “una norma o ley relativa al funcionamiento de fenómenos naturales o procesos mecánicos”. Contrariamente a las filosofías, estas normas o leyes pueden probarse mediante un modelo experimental o análisis de laboratorio. Con estas definiciones en mente, resultará claro que los preceptos citados a continuación sean llamados con toda propiedad “filosofías”, y no “principios”, ya que están basados en su mayor parte en un razonamiento lógico, y no en un modelo experimental.
Los cuatro primeros de los siguientes preceptos fueron desarrollados en 1.953 por el Comité de la Facultad Osteopática del Colegio de Medicina Osteopática de Kirksville, Missouri. Los restantes, que fueron añadidos por uso común, fueron enumerados por Sarah Sprafka, Robert C. Ward y David Neff en el Journal of AOA, de Septiembre de 1.981.
“El cuerpo es una unidad”.
El cuerpo humano no funciona como una colección de partes separadas, sino como una unidad integral. Obviamente, el cuerpo consta de varias partes –el corazón, los pulmones, el sistema músculo-esquelético, y así sucesivamente-, todas las cuales trabajan para beneficiar al organismo en su totalidad. Sin embargo, el médico osteópata evita exaltar a cualquiera de las partes por encima del conjunto. Los riñones, de interés para el nefrólogo, o el corazón, de interés para el cardiólogo, son considerados por el médico osteópata como componentes al servicio del mayor interés del cuerpo. Uniendo las partes del cuerpo está la fascia, un tejido fibroso profundo que recubre músculos y órganos y actúa como sustancia base para soportar y mantener unido todo el cuerpo, de la cabeza a los pies. Así, la fascia es un mecanismo fluido de profunda significación funcional. La medicina osteopática simplemente entiende que la persona es una unidad completa, que consta de mente, cuerpo y espíritu.
“Estructura y función están recíprocamente relacionadas”.
Cualquier parte del cuerpo lleva a cabo una función dictada por su estructura. Como ejemplo, la estructura pulmonar dicta que los gases, transportados por las células de sangre roja y disueltos en la sangre, pasen a través de las arterias pulmonares a los pequeños capilares, en estrecha aproximación a los alvéolos, donde tiene lugar el intercambio de gas. Así como la estructura rige la función, de forma similar una estructura anormal trae como consecuencia una disfunción. En el caso de una estructura pulmonar anormal, como en la fibrosis pulmonar o en la neumonía intersticial, se aumenta el gradiente entre los gases alveolares y los gases de la sangre, lo cual origina una disminución en el intercambio de gas. La función también modifica la estructura. Como ejemplo, ciertas protuberancias óseas, como la apófisis mastoidea, no existen en el niño recién nacido. Mediante el uso de los músculos del esternocleidomastoideo, se facilita el posicionamiento recto de la cabeza. El uso crónico de estos músculos trae consigo una elongación de los acoplamientos óseos. Una función anormal también origina una alteración de las estructuras relacionadas. La constricción de los vasos sanguíneos bajo influencia nerviosa simpática origina cambios en estos vasos sanguíneos, así como en otras estructuras, como el corazón, los riñones y los ojos.
“El cuerpo posee mecanismos autorreguladores”.
Se pueden considerar muchos ejemplos de este precepto. En primer lugar, los mecanismos reflejos de las neuronas están monitorizando constantemente las funciones del cuerpo. Por ejemplo, los barorreceptores y el seno carotideo monitorizan la presión sanguínea y la frecuencia y contractilidad cardiaca, en respuesta a los cambios de la presión sanguínea. En segundo lugar, las vías hormonales están implicadas en la autorregulación. Las hormonas liberadoras del hipotálamo ocasionan la liberación de hormonas estimuladoras de la pituitaria, lo que a su vez origina la liberación de productos finales (como hormonas o esteroides); estos productos, a su vez, proporcionan una retroalimentación y regulan la actividad del eje hipotálamo-pituitario. Estas vías hormonales son parte del complejo sistema endocrino que está implicado en la autorregulación del cuerpo. En tercer lugar, muchos órganos, como el corazón y los riñones, son capaces de regular el flujo de sangre. Esta autorregulación vascular permite que el órgano mantenga el flujo de sangre apropiado al establecerse un cambio en el estado vascular. Estos ejemplos representan sólo algunas de las muchas maneras en que el cuerpo puede regular sus funciones.
“El cuerpo tiene la capacidad inherente de defenderse y repararse”.
Las primeras líneas de defensa comúnmente reconocidas son la piel y las membranas mucosas. Cuando éstas se violan, se requiere de los elementos del sistema inmunológico celular que protejan al cuerpo contra los invasores presentes y futuros. Los mecanismos de defensa están trabajando constantemente para proteger al cuerpo, ya que éste entra en contacto a diario con miles de microorganismos.
La habilidad del cuerpo para repararse a sí mismo se corrobora fácilmente al observar la curación de una laceración o fractura. El tejido de granulación y las propiedades regeneradoras de ciertos tejidos permiten que tenga lugar la curación. El médico puede facilitar el proceso, pero la auténtica curación viene proporcionada por la capacidad inherente del cuerpo para repararse a sí mismo. La contribución del médico consiste en eliminar obstáculos para que el cuerpo pueda trabajar.
“Cuando se altera la adaptabilidad normal, o cuando los cambios ambientales sobrepasan la capacidad del cuerpo para su automantenimiento, puede sobrevenir la enfermedad.”
La enfermedad viene causada por factores medioambientales adversos que sobrepasan a las defensas del cuerpo, o bien por la incapacidad del cuerpo para adaptarse a una situación. El origen puede hallarse en la falta de capacidad del cuerpo para adaptarse, como en el caso de una estructura o función anormal. El médico que se encuentra ante un síntoma, disfunción o enfermedad –el efecto- se embarca en la búsqueda de la causa. El médico que sólo trata la enfermedad está simplemente tratando un efecto, y puede no tener gran impacto sobre la causa. El médico osteópata, que ayuda a corregir la causa mediante la restauración de la estructura adecuada (bien en el órgano, tejido o nivel celular), está facilitando su correcta función o adaptabilidad. Una vez que la causa se ha corregido, el cuerpo puede curarse a sí mismo a través de su propia capacidad inherente para repararse en la medida en que es capaz.
“El tratamiento racional se basa en los principios anteriores”.
El tratamiento manipulativo osteopático no fue mencionado en estos preceptos de la filosofía osteopática. Cuando Still enunció por primera vez su filosofía en 1.874, no mencionó la manipulación, y sólo comenzó a utilizarla como herramienta para el diagnóstico y tratamiento unos cinco años más tarde. La manipulación no es el único aspecto de la filosofía osteopática, ni tampoco el más importante. Sin embargo, con el reconocimiento de la importancia del componente somático de la enfermedad, se apreciará mejor el valor de la manipulación.
Aun cuando la osteopatía convencional no incorporaba el uso de otras intervenciones, como las farmacológicas, son muchos los médicos osteópatas contemporáneos que hoy las utilizan. Esto no es contrario a sus principios; más bien, si se analiza con detalle, es una forma de aplicar estos principios. Por ejemplo, medicamentos como los antibióticos, a través de sus propiedades bacteriostáticas, pueden mantener o reducir la carga absoluta de bacterias en un punto en que los mecanismos inmunológicos del individuo puedan recuperar y producir defensas adecuadas para eliminar a los invasores.
Además de los principios básicos de la osteopatía, existen otros principios corolarios que ayudan a dirigir y gobernar la aproximación del médico osteópata al paciente:
“El movimiento de los fluidos corporales es esencial para el mantenimiento de la salud”.
Las arterias y otras estructuras tubulares juegan un papel crucial en el transporte de elementos nutritivos a su lugar de destino y en la expulsión de materiales de desecho.
Las alteraciones en la circulación producirán una patología, como inflamación aguda o crónica, atrofia, irritación o traumatismo. Si los vasos que llegan a estas zonas se hallan afectados por daños intrínsecos o extrínsecos, el flujo será inadecuado. Tal situación podría retrasar o incluso detener el proceso de curación. Por ejemplo, si la arteria afectada es una arteria coronaria, puede presentarse una angina o infarto de miocardio.
El médico osteópata enfoca los campos de disfunción estructural con influencia en la circulación hacia una zona implicada en el proceso patológico. Si se corrige esta disfunción, podría aumentar el transporte de oxígeno por las arterias, desvanecerse la congestión venosa e iniciarse el proceso de curación. Este proceso deja libre al cuerpo para que haga las reparaciones necesarias para recuperar la salud.
“El sistema nervioso juega una parte crucial en el control del cuerpo”.
El sistema nervioso es un importante factor en el control del flujo sanguíneo. Si se halla alterado el control nervioso simpático de la parte torácica superior de la médula espinal que conduce a los ganglios simpáticos cervicales, puede producirse un despliegue de cambios vasculares en los dermatomas somáticos aportados por estos nervios. Los cambios somáticos posibles cuando se da esta disfunción incluyen un aumento local de temperatura, humedad, sensibilidad y edema. Estos signos, que pueden reconocerse en la palpación, son respuestas vasculares adaptativas ante un aporte autonómico nervioso anormal.
Una vez que se ha corregido la disfunción, debería recuperarse el tono autonómico normal y obtenerse una respuesta vascular y un mayor nivel de salud. Por consiguiente, el pensamiento osteopático requiere conocimiento de la anatomía y habilidad para razonar desde la región de la manifestación patológica hasta el lugar del control autonómico, sin ignorar en este recorrido a ninguno de los tejidos que puedan contribuir a su disfunción.
“Hay componentes somáticos en la enfermedad que no son sólo manifestaciones de ésta, sino factores que contribuyen al mantenimiento del estado de enfermedad”.
El componente somático del proceso de la enfermedad puede venir causado por un daño corporal directo (como un golpe en las estructuras esqueléticas), o bien puede representar la respuesta de las vísceras a la patología.
Por ejemplo, en patologías abdominales viscerales, como apendicitis aguda o peritonitis, puede observarse un espasmo o defensa de la musculatura abdominal. Pueden desarrollarse otros efectos músculo-esqueléticos en una región espinal relacionada segmentariamente, creando disfunciones somáticas osteopáticas. Estos componentes somáticos de la enfermedad visceral son indicaciones importantes para un diagnóstico. El mecanismo de esta respuesta somática es probablemente el reflejo víscero-somático integrado segmentariamente. El sistema nervioso es el más importante en la conexión e integración de los órganos viscerales y esqueléticos.
En muchas ocasiones, la enfermedad es un desequilibrio entre el sistema neuromuscular y los sistemas viscerales, que deberá ser mitigado antes de que el cuerpo se pueda curar a sí mismo.
¿Qué hay de “osteopático” en estos preceptos? El propósito de Still no era violar o volver a formular los principios científicos básicos de su tiempo, sino más bien elucidarlos y posicionarlos centralmente en un sistema terapéutico que enfatizara la promoción de la habilidad del cuerpo para regularse a sí mismo para conseguir la salud, con un ambiente apropiado y una nutrición adecuada. La medicina osteopática es generalmente aplicable a todas las condiciones; el médico osteópata no se dirige a un sistema orgánico o estructura a expensas de otro, sino que considera a la persona como una unidad integral.
